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Ranas de cristal 2

Dos nuevas especies de ranas de cristal han sido identificadas y clasificadas en los bosques nublados de los Andes ecuatorianos: Centrolene elisae y Centrolene marcoreyesi. La primera se encontró en la Cordillera Oriental, mientras que la segunda habita en las laderas orientales del sur de Ecuador. C. elisae está estrechamente relacionada con C. venezuelense, y C. marcoreyesi es cercana a C. sabini. Ambas especies han sido clasificadas como «En Peligro» debido a amenazas como la ganadería, la invasión de especies exóticas y la minería, tanto ilegal como legal.

Centrolene elisae se diferencia de sus congéneres principalmente por tener un dorso verde oscuro con diminutas manchas blanquecinas, labio superior blanco, hocico inclinado, redondeado en perfil dorsal, espina humeral de tamaño relativamente mediano (en machos adultos) y membrana reducida entre los dedos internos. 

Esta nueva especie, como otras ranas de cristal, es nocturna y se encuentra en la vegetación a lo largo de los arroyos. Es endémica de los bosques nublados de la Cordillera Oriental de los Andes ecuatorianos, y ha sido documentada en cuatro localidades: Las Caucheras, Estación Biológica Yanayacu (Provincia de Napo), Reserva Chamanapamba y Río Pucayaku en la Reserva Nelson Palacios (Provincia de Tungurahua), a elevaciones de 2.100–2.586 m.

Esta especies lleva su nombre en honor a Elisa Bonaccorso, en reconocimiento a sus contribuciones a la sistemática y biogeografía de las aves,  la biología de la conservación, la batracología y su apasionado compromiso con la educación de la próxima generación de científicos. 

Mientras tanto, Centrolene marcoreyesi se diferencia de sus congéneres por tener piel dorsal con verrugas bajas dispersas claras, labio superior blanco amarillento, hocico inclinado en perfil lateral, espina humeral relativamente pequeña (en machos adultos) y membrana reducida entre los dedos internos. 

Ranas de cristal

Esta especie es endémica de las vertientes orientales de los Andes del sur de Ecuador, donde se la conoce en cuatro localidades dentro de la provincia de Zamora Chinchipe: Estación Científica San Francisco, Abra de Zamora, Parque Nacional Podocarpus y Guarumales, en un rango altitudinal de 1.840–2.190 m.

Centrolene marcoreyesi está dentro de áreas protegidas, y como tal se beneficia  de medidas de conservación, sin embargo,  está amenazada por la degradación de sus hábitats, especialmente debido a la ganadería, la introducción de especies exóticas invasoras y la minería ilegal y legal. 

Esta especie lleva su nombre en honor a Marco M. Reyes-Puig, un notable herpetólogo de la división de herpetología del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales (ahora Instituto Nacional de Biodiversidad, INABIO). Marco fue el recolector original de esta nueva especie en una campaña de campo a Zamora Chinchipe. “Honramos su trabajo y memoria como hermano (Juan Pablo Reyes-Puig), hermana (Carolina Reyes-Puig) y amigos”.

Centrolenidae contiene 163 especies reconocidas. Se distribuye por todo el Neotrópico, incluyendo América Central, los Andes, la Amazonia y el Bosque Atlántico brasileño, con un pico de riqueza de especies que se concentra en los Andes tropicales.

La mayoría de las ranas de cristal andinas tienen distribuciones relativamente pequeñas; una excepción notable en este sentido es la rana de cristal de Buckley, Centrolene buckleyi, una especie con una gran distribución en la ecorregión tropical andina. 

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El estudio fue desarrollado por Daniela Franco-Mena, Ignacio De la Riva, Mateo A. Vega-Yánez, Paul Székely, Luis Amador,  Diego Batallas, Juan P. Reyes-Puig, Diego F. Cisneros-Heredia, Khristian Venegas-Valencia,  Sandra P. Galeano, Jaime Culebras y Juan M. Guayasamín, investigadores de la Universidad San Francisco de Quito,  Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC, Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), Universidad Técnica Particular de Loja, Universidad Ovidius de Constanza, Universidad de Nuevo México, Universidad Complutense de Madrid, Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y Fundación Cóndor Andino.

La investigación está disponible en la Revista PEERJ

Fuente: INABIO

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