El canelazo ecuatoriano se posiciona en el mapa gastronómico global. La reconocida guía internacional TasteAtlas incluyó a esta bebida tradicional andina en el puesto 10 de entre los 20 mejores cócteles del mundo. El Coquito de Puerto Rico se ubicó en el primer lugar, le sigue el Mojito cubano y el Pisco Sour peruano. Sin embargo, fue el canelazo ecuatoriano el que sorprendió por su autenticidad, ubicándose dentro del top 10 como símbolo de sabor, arraigo nacional y proyección internacional.

Una bebida con historia y alma andina
Más que una receta, el canelazo ecuatoriano es una experiencia. Su origen se remonta a las frías noches de la Sierra, donde las comunidades preparaban esta infusión de agua de canela, panela y aguardiente para compartir en familia o en fiestas populares.
Cada sorbo guarda un pedazo de historia. En pueblos y ciudades de la serranía, desde Quito y Cuenca hasta Riobamba o Latacunga, el canelazo acompaña celebraciones religiosas, festividades patronales y encuentros entre amigos.
La calidez de esta bebida encarna la esencia del Ecuador andino, donde el clima frío invita al fuego, la conversación y la convivencia. Esa conexión humana, íntima y colectiva, es lo que TasteAtlas resaltó en su reseña, al describirlo como una bebida “reconfortante, especiada y profundamente ecuatoriana”.
Canelazo ecuatoriano: sabor, sostenibilidad y territorio
El reconocimiento del canelazo ecuatoriano no solo celebra el sabor, sino también el valor sostenible de sus ingredientes. La canela, la panela y el aguardiente provienen de cultivos y destilerías locales, muchas de ellas familiares, que mantienen viva la tradición agrícola en las zonas rurales del país.
Cada componente tiene una historia: la panela, elaborada artesanalmente a partir de la caña de azúcar, es un producto natural, no refinado y de bajo impacto ambiental. La canela, cultivada en regiones tropicales del Ecuador, aporta no solo aroma sino también un sustento económico a pequeños productores.
En un contexto donde la gastronomía sostenible gana relevancia mundial, el canelazo ecuatoriano representa una bebida coherente con los valores del consumo responsable y el respeto a la identidad local.
Del hogar andino al reconocimiento global
El ascenso del canelazo ecuatoriano a los listados de TasteAtlas refleja una tendencia creciente: el interés internacional por las bebidas tradicionales latinoamericanas que fusionan historia, comunidad y sostenibilidad.
Su sabor intenso y su capacidad para reunir a las personas lo han convertido en un emblema emocional. En calles, mercados y festivales, el canelazo sigue siendo el compañero inseparable de la música andina, los fuegos artificiales y las celebraciones de altura.
El canelazo ecuatoriano es una bebida que abraza el alma, dice un restaurador quiteño. “Es identidad líquida, un recuerdo que se sirve caliente”.
Un brindis por la identidad
El reconocimiento de TasteAtlas no solo eleva al canelazo ecuatoriano como uno de los mejores cócteles del planeta, sino que reafirma la fuerza del patrimonio cultural que habita en cada receta tradicional.
Desde las montañas del país hasta las mesas urbanas, esta bebida sencilla y poderosa representa la calidez del Ecuador. Su historia, tejida con sabor, comunidad y memoria, continúa conquistando corazones en el mundo entero. El canelazo ecuatoriano no solo se bebe: se celebra.